Los guerreros de la arena


Son guerreros que con entrega, garra y pasión, y sin esos estúpidos argumentos, contratos, campañas publicitarias -que no hacen más que olvidar la esencia del deporte- saltan al terreno de juego deseosos de ganarse el laurel de los dioses. Los otros ganan suledos estratosféricos; estos, solamente la alegría y satisfacción de jugar al deporte que aman y de dar alegrías a una nación.

La historia parece como salida de un cuentos de hadas. De aquel equipo que en su primera participación en un Mundial de futbol playero (avalado por la FIFA) se coló hasta la final. En verdad uno no le da la importancia que debería. Está bien, no tiene la importancia y concurrencia de una Copa del Mundo; pero hay que reconocerle el esfuerzo a esta legión.

Se fueron como unos desconocidos y las maletas llenas de sueños, si acaso la cobertura de unos cinco periodistas; esperemos que regresen como héroes y que todos los medios de la nación y la gente los volteen a ver y digan "Sí, ellos fueron los que nos dieron un título mundial en futbol de playa".

La historia, que es generosa pero a veces cruel, nos vuelve a poner en una situación un algo conocida. Un equipo llegado sin gran apoyo de los medios, llegaban solo como un participante más en la justa y sin obligación alguna de regresar como campeones. Donde el tan solo pensar en llegar a la final sonaba de locos y, finalmente, no solo se llegó, sino que hasta se fue campeón. Me refiero a aquel, ya lejano, 2005 donde la Sub-17 consiguió el campeonato del mundo. Ayer, fue en un rectángulo verde de los Andes peruanos; hoy, en una cancha de arena de la ciudad mágica de Rio de Janeiro, esperando que esa 'magia' nos dé un triunfo mañana.

Aquí es de donde llega el momento de la obligada reflexión. Porqué cuando se nos pone como el débil, la víctima del juego -incluso por nosotros mismos-, se es posible callar y demostrar lo contrario. En cambio, cuando somos los 'favoritos' las fuerzas enflacan y la mentalidad adolece, dejando caer a la desilusión como un pesado yunque sobre nosotros.

Para finalizar, esperamos (o por lo menos yo espero) que este equipo, salido de la nada y que ahora merece ser nombrado, logre la proeza y ponga el nombre de México en alto y para siempre en los anales del futbol playero. Ojalá y mañana podamos gritar "México campeón del mundo" y podamos conservar en la amiga memoria aquel 11 de noviembre en que el campeonato del mundo nos fue dado ante Brasil, potencia en este deporte, por esos incansables y valerosos guerreros de la arena.


1 comentarios:

Anónimo dijo...

venga q lastima q perdimos pero brasil es una potencia en este deporte y para ser nuestro primer mundial creo q esta bien