Las 3 preguntas

El guerrero, pese a toda la experiencia adquirida y el camino recorrido, es como un niño: en los momentos más duros piensa "qué haría un niño"; siempre que va a enfrentar un rival peligroso, sí, teme, pero al final con esa inocencia y humildad caracrterísticas de un niño, afronta la batalla. Y lo más importante, se pregunta.

Pasa horas en su tienda meditando, encontró respuestas a sus preguntas. Pero no a todas. Entonces, se las lanza a ese Ser Superior (que no sabe quién o qué es, pero sabe que existe) y helas aquí:

1. Si mi Objetivo es, de repente, rodeado por fuerzas que están fuera de mi control, y se impide mi acercamiento; exactamente como cuando, de la nada, surgen hostilidades con alguna persona, ¿Qué pasó?, ¿Hice algo mal?.

2. Si ve otro Objetivo que, parece, es más fácil de conquistar y en algún momento lo pretendí, ¿Debo olvidarme de él aunque mi espíritu me guíe al otro?

Para ahora la confusión empieza a cernir al guerrero, pero sigue lanzando las preguntas.

3. Finalmente, si a veces no sé bien qué Objetivo es el que quiero conquistar pero mis latidos y las fuerzas más profundas de la Tierra me guían a uno, luego a otro y luego a otro, ¿Qué hago?, ¿Cómo sé cuál es el bueno?.

Ahora si la confusión lo ha cernido totalmente. Pero sabe que tal vez el Ser Superior lo ayudará. Mira al cielo, contempla las estrellas; acto seguido, entra a su tienda y se prepara para dormir.

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